- Dime mirándome a los ojos que no quieres volverme a ver más. - Dijo ella.
- No quiero volverte a ver. - ¡Mientes!
- No, digo la verdad.
- Ayer no decías lo mismo.
- He cambiado de opinión, acaso ¿no puedo?
- Sí, por supuesto que puedes, pero no es creíble. No puedes decir eso de un día para otro.
- ¿Por qué no? Me he aclarado, por fin he abierto los ojos.
- Sé que mientes. Dime que mientes.
- …
- ¡Dilo!
- Sabes que no lo voy a decir. Has jugado conmigo y me has hecho mucho daño.
- Lo siento, pero por lo menos dime que podemos ser amigos.
- ¿Amigos? no creo que nunca me hayas considerado como tal. Simplemente creo que me has utilizado.
- ¡Lo siento mucho de verdad!
- …
- Yo no quiero perderte, sé que te necesito.
- Gracias.
- ¿Perdona? - Dijo ella sorprendida.
- Era la reacción que esperaba. Es la ley de: "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes." O en este caso, hasta que lo das por perdido.
- …
- Yo no quiero perderte, sé que te necesito.
- Gracias.
- ¿Perdona? - Dijo ella sorprendida.
- Era la reacción que esperaba. Es la ley de: "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes." O en este caso, hasta que lo das por perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario