lunes, 31 de octubre de 2011

La evidencia no es la respuesta...

-¡¿Qué coño te está pasando?! ¿Por qué has cambiado tanto en estas últimas semanas?
-Nada, no me pasa nada.

-Me estas engañando, ¿Verdad?
-No como tú crees.

-Oooh, no creo que haya mil formas de engañar a alguien. ¿Hay otra chica verdad?
-No, no hay nadie más.

-¿Y quieres que me lo crea?
-Sí, quiero que me escuches…

-Ahora sólo veo que estás en apuros. Y de pronto me resultas bastante patético. Acabemos con esto, ya es bastante penoso. He tenido toda la semana para pensar, no me tomes por imbécil. Échale un poco de valor, se sincero y dime la verdad.
- …

-No, no te hagas el mártir encerrado en tu silencio, di cualquier cosa. Pero habla, habla joder. Reacciona, reacciona de una vez. Dime que no me quieres, dime cualquier cosa, pero al menos dame una buena razón para que pueda entenderte.
- ¿Qué quieres? ¿Quieres una razón? Es muy fácil, me aburro. Todo, absolutamente todo me aburre: tú, mi casa, mi familia, mis amigos, mi trabajo. Todo es un puto sueño. Esta vida es una auténtica mierda. Mírame y mírate, somos jóvenes y hermosos, pero ¿Por cuánto tiempo? Podríamos morir en cualquier momento…

-Supongo, como todo el mundo.
-Sí, es cierto, como todo el mundo. Un buen día, ya está. Ya ha terminado la actuación, se acaban los aplausos y se cierra el telón. Sin haber conocido nada más. Es como vivir en un castillo y sólo haber visitado el váter.

-Mmmhh, que poético.
-Tú por ejemplo tienes 35 años y, ¿Cuántos momentos memorables has vivido desde que naciste? ¿eh? Dime.

-¿Cómo quieres que lo sepa?
-Yo te lo diré. Todos juntos sumarían un año, y siendo muy generoso. El resto del tiempo has dormido, estudiado, trabajado, preparado la comida y limpiado. Has cumplido con tu deber. Pero la vida, la de verdad, con todo su jugo, ¿qué es?

-Estás como una cabra.
-El dinero, el confort, la belleza, el lujo, todo lo material. ¿Es eso para lo que estamos aquí?

-¿Así pretendes justificar tu revolcón de esta tarde?
-Esa no es la cuestión, lo que necesito no es follar, sino sentirme vivo. ¿Comprendes? Vivo.

-Si lo que quieres es irte ¡Vete! Nadie te lo impide
-Tranquila lo hare.

- ¿Cuándo? ¿Este fin de semana?
-Ahora mismo...


Esta no es una triste historia. No es una historia verdadera. Simplemente es eso: una historia. Una historia entre tantas.

No os quedéis con lo superficial. En el trasfondo podréis encontrar algo más. Un hombre afligido, temeroso, triste, moribundo, cuyo único objetivo es evitar un mal mayor.

No, no tenía un amante y a pesar de lo que aparentemente pueda parecer, si amaba a sus amigos, familia y esposa. Todo lo hizo por una sola razón. Una razón que no conoceréis y a la que podéis dar mil interpretaciones… 


En muchas ocasiones la vida no es nada fácil y lo único que te queda es mirar hacia delante. Nunca lo olvideis... 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Lo difícil se hace fácil...

¿Y por qué dices que no? Mira su foto y dime que no sientes nada. Habla con él y dime que no sientes nada. Acércate a él y dime que no sientes nada. Piensa en él y dime que no sientes nada…
Dime, ¿A que todos los días te acuerdas de él? ¿A qué todos los días algo te hace recordarlo?...
Si no te pasa nada de esto, muy bien, lo has conseguido. Ya no lo quieres. Has podido olvidarle. Pero si cumples estas premisas, no te engañes, aún lo amas.

La complejidad del amor esta en descubrir lo simple que es. No intentes engañar al corazón. No pienses con la cabeza, sólo déjate llevar y lo demás está de más…

Piénsalo, no hace falta que me digas nada...

lunes, 17 de octubre de 2011

Una historia entre tantas...

"Recuerdo bien aquel puto sábado. Me acuerdo tan bien porque la noche anterior perdí el último resquicio de esperanza y felicidad que albergaba mi corazón. 

Aquel día, como no podía ser menos, me levante triste, sin ganas de nada, de bajón. Pase todo el sábado durmiendo y quejándome. Sólo, aparcado como un mueble en el comedor con la única compañía de la tele. 


Por la noche decidí salir, incluso como cualquier otro sábado salí dispuesto a pasarlo bien. Mi única esperanza era la de no encontrarme con ella.
Para no deprimir a nadie, opte por salir acompañado de mi único fiel compañero, ese que nunca falla, ese que está tanto en los malos como en los buenos momentos: "Mi gran amigo el alcohol".

No sabía dónde ir ni a donde dirigirme. No creáis que es fácil elegir. Es uno de esos míseros pueblos en los que no hay nada. Uno de esos inmundos lugares en los que ni las gaviotas, en plena primavera, quieren venir a hacer sus nidos. Al final opte por la solución rápida: Ir donde va todo el mundo. Hacer lo que socialmente está establecido como “normal”. Pero, ¿Quién establece los parámetros de la normalidad?

Bueno pues sí, acabe en aquella asquerosa discoteca llena de preadolescentes preocupados porque su pelo fuera lo suficientemente engominado, o por enseñar la marca de los calzoncillos. Yo todavía me pregunto si de verdad llevar el nombre de un hombre impreso en la ropa interior y encima exhibirlo es moda. Sinceramente, con todos mis respetos, me cuesta, y mucho, aceptar que ahora es tendencia lo que antes sólo le pasaba al “tonto del pueblo”. El mundo se esta volviendo loco. Y Así estamos, cada día más incivilizados, buscando patrones de conductas en modelos que nos vende la televisión. Pero eso es otro tema que ahora no viene a cuento.

Eran alrededor de las dos y aquello empezaba a llenarse. Me tome tres tercios y un ron cola. Compre un paquete de Lucky strike y empecé a fumar como un carretero; ¿Yo fumando? ¡Quién lo diría! Quién me ha visto y quién me ve.

Aguante todo lo que pude en aquel sucio lugar. Escuche toda la música basura que pinchaba un tal Dj Carlos, pero decidí irme. Si hubiera escuchando otra vez más “ayer la vi” de Juan Magan, juro que hubiera optado por cortarme allí mismo la venas. Así que sin más dilación, y antes de ofrecer aquel grotesco espectáculo, preferí marcharme.

Tarde media hora en cruzar la discoteca y salir a la calle. Y no porque no pudiera pasar, ¡No! Sino porque cada dos pasos me paraba a saludar. Muchos pensareis que eso está bien, que es bueno tener amigos y tener una vida social lo suficientemente amplia. A mí a pesar de que me tachéis de raro puedo decir, que esa mierda me da mucha grima. No puedo considerar amigo a alguien que ves una vez cada dos meses y a las que en otras condiciones, que nos fuera las de un sábado por la noche, esquivarías para no cruzarte con ella. La falsedad mueve el mundo. Y aún así, aunque no tienes la necesidad, te paras y por cortesía haces la misma pregunta una y otra vez: “¿Qué tal va la vida?”; ¡¿Qué tal la vida?! ¿Qué me importa a mi tú vida? Me pregunto. A lo que inmediatamente respondo: Nada, no me importa lo suficiente la mía, como para preocuparme por la tuya.

¡Por fin estaba fuera! Mire el reloj y me quede perplejo, eran las 4. Habían pasado dos horas desde la última vez que mire aquel diabólico aparato que iba restando segundos a mi mísera vida.

Siendo las 4 de la mañana, la pregunta era obligada: ¿Qué se puede hacer a estas horas en un pueblo como este? No pensé mucho y decidí ir al único sitio que a esas horas podía estar abierto: Un pub con nombre de figura geométrica, (de catorce lados para ser más concreto), que se encontraba a escasos cincuenta metros de aquel templo de garrulismo. 


Entre y: ¡Dios que diferencia! ¿Cómo en menos de cincuenta metros podía cambiar tanto el ambiente? 

Con respecto a mis gustos: la música de aquel lugar era bastante buena. La iluminación apropiada, sin flashes cegantes ni humos tóxicos. Lo único que fallaba algo era la gente. Pase de ser la niñera de aquellos mocosos, a ser él bebé babeante y descontento al que tenían que cuidar. Aun así, y a pesar de que yo bajaba la media de edad de aquel lugar, me gustaba. 

Nada más entrar me dirigí a la barra, pedí un tercio, encendí otro cigarrillo y me fui al fondo (como acostumbro a hacer todos los sábados). La verdad es que no fue buena idea, pues allí me la encontré. Estaba bailando y pasándolo bien. Yo me derrumbe y con las mismas me di la vuelta y me largue.
Todavía me pregunto cómo se puede querer tanto a alguien que te ha hecho tanto daño y más por segunda vez. Pero aún con esas, yo la quería.

Salí fuera del pub y decidí marcharme a casa. 
Por el camino me pare en un parque a fumarme el último cigarrillo que me quedaba. Me puse a observarlo fijamente y vi una similitud bastante notable con el momento que estaba viviendo. Ese era yo: Un cigarrillo que se enciende, se consume y después se tira y se pisa. Termine el cigarro y antes de ponerme filosófico proseguí con la ruta que seguía todos los sábados para llegar a mi casa. 

Al final, entre pitos y flautas, me acosté a las 6 de la madrugada, aunque daba igual, no tenia pensamiento de levantarme en todo el día, pero a las 12 de la mañana el teléfono me despertó (¡Mierda, se me había olvidado ponerlo en silencio!) Lo cogí y era un amigo: –Dime tío, ¿Qué quieres? – ¿Te he despertado? –Que va, llevo dos horas despierto, me has pillado fregando el coche. (Claramente mentí) –Ok, ¿Te vienes esta tarde a tomar café? –La verdad es que no tengo ganas. – ¿Qué te pasa? te veo desganado. –Nada tío, no te preocupes. Es que estoy un poco cansado, voy a ver si esta tarde me la tomo de relax. 
Acabe el domingo tal y como empecé el sábado: triste, sin ganas de nada, de bajón, solo, aparcado en el comedor con la única compañía de la tele… 

Pues sí queridos lectores, esto que puede parecer una estúpida parodia o una historia aburrida, es mi vida. Tan triste como suena. Sin remilgos ni reparos."


╠═══════╬═══════╣


Esta “historia metafórica de mi vida”, la escribí en mi viejo blog un domingo de resaca. He decidido publicarla, para explicar cómo me sentía en aquel momento. Solo, amargado, desganado y sin la más mínima alegría por vivir. Pensando en que jamás podría volver a empezar de cero. 

Leyendo esto, me doy cuenta de cuanto ha cambiado la cosa desde aquel fin de semana. Ya no me preocupa aquello por lo que me tire días hundido. No me preocupa la soledad. No me preocupan mis relaciones anteriores, mis desmotivaciones, mis convicciones, mis objetivos... ¡No me preocupa nada! Simplemente creo que he perdido toda esperanza de algún día poder volver a ser feliz. Pero no os asustéis. Perder esa esperanza me ha hecho ser completamente libre, a la par que entender que no merece la pena sufrir por nada. Nuestra vida se juega con cartas sin marca, no se puede cambiar. Lo que tenga que ser, será. Darle vueltas a esto es tontería.

jueves, 6 de octubre de 2011

Un pequeño adelanto...

Una figura vestida de negro, amparada en la oscuridad de aquella tenue habitación y sentada en una vieja butaca que, a pesar de los años, parecía muy cómoda y consistente, aguardaba la hora de la cena mientras bebía un vino gran reserva y fumaba un habano de importación francesa. Estaba situado al lado de una ventana que daba al enorme jardín que cubría la mansión, y frente a un fuego avivado y acogedor que hacía que aquella tarde, fría de invierno, fuera calurosa. Las vistas de aquella ventana eran extraordinarias; a lo lejos se intuían las primeras luces de la ciudad. Unas vistas que hacían que aquel ente quedara inmerso en un remanso de paz.
De repente llamaron a la puerta y rompiendo aquel sosegado silencio, entro un hombre bien entrado en años, vestido con uniforme impoluto y predominantemente gris. Era Víctor; el mayordomo del Marqués Fabio Álvarez de Toledo, último descendiente del Marquesado de los Vélez.
El viejo mayordomo  pidiendo permiso a su patrón comentó:
-Señor marques, está aquí un hombre que dice llamarse Julián Fajardo.
-Creo no conocerlo y hoy no me he citado con nadie. ¿Le ha dicho que desea?
-Dice que tiene que hablar con usted de un tema de negocios y me ha reiterado varias veces que es importante.
-Pues hágalo pasar.
Víctor, obedeciendo al marqués, volvió al hall donde se encontraba Julián; Un joven espeleólogo de estatura media, cara ancha, frente amplia, ojos ausentes, nariz aguileña, boca fina y porte atlético. Vestía con una camiseta de un blanco impoluto que hacia un perfecto contraste con su gabán negro de terciopelo. En su mano izquierda portaba un bastón de marfil y en la otra un maletín, al parecer, de cuero. Sin duda era un tipo importante, o eso le pareció al mayordomo que sin más dilación le tomo sus pertenencias y le comunico que el marques le recibiría en su despacho.

-Señor. Don Julián…
-Gracias Víctor. Déjenos solos, y si es tan amable tráigale un whisky al invitado - Interrumpió antes de que el viejo mayordomo hubiera concluido.
-No, no. Muchas gracias, tengo un poco de prisa, quizás en otra ocasión. Gracias de nuevo - Objetó Julián antes de que Víctor saliera de la instancia.
El Marques se levantó para recibirlo e invitarle a que tomara asiento. El joven espeleólogo se presentó de inmediato y le dio un apretón de manos como gesto de cortesía y de buena educación.
-Y bien, ¿Qué le trae por aquí?
-Pues bien, pertenezco a una familia de espeleólogos y en los archivos familiares he encontrado un documento que, resumiéndolo mucho, afirma que debajo de este pueblo hay una galera romana con diversos materiales de diferente valor económico, además de un supuesto tesoro escondido por el emperador Claudio en su huida contra árabes y bereberes...

No hay más...

¿Vivir para soñar o soñar para vivir?

Yo ya he elegido. ¿Y tú? ¿Qué eliges?

miércoles, 5 de octubre de 2011

Fin

Y tras un viernes de mierda,
un sábado de bajón,

un domingo de iguales características, 
un lunes de aburrimiento
y un martes de desesperación 
puedo decir y digo que esto se acabó. 

¡A LA MIERDA LAS PUTAS FIESTAS!

lunes, 3 de octubre de 2011

Nada

Tumbado encima de mi cama
con el portátil calentando mis muslos
me pregunto una y otra vez:
"¿Y ahora qué?"
Lo triste no es la pregunta,
lo triste es la respuesta:
"Ahora nada"...