Una figura vestida de negro, amparada en la oscuridad de aquella tenue habitación y sentada en una vieja butaca que, a pesar de los años, parecía muy cómoda y consistente, aguardaba la hora de la cena mientras bebía un vino gran reserva y fumaba un habano de importación francesa. Estaba situado al lado de una ventana que daba al enorme jardín que cubría la mansión, y frente a un fuego avivado y acogedor que hacía que aquella tarde, fría de invierno, fuera calurosa. Las vistas de aquella ventana eran extraordinarias; a lo lejos se intuían las primeras luces de la ciudad. Unas vistas que hacían que aquel ente quedara inmerso en un remanso de paz.
De repente llamaron a la puerta y rompiendo aquel sosegado silencio, entro un hombre bien entrado en años, vestido con uniforme impoluto y predominantemente gris. Era Víctor; el mayordomo del Marqués Fabio Álvarez de Toledo, último descendiente del Marquesado de los Vélez.
El viejo mayordomo pidiendo permiso a su patrón comentó:
-Señor marques, está aquí un hombre que dice llamarse Julián Fajardo.
-Creo no conocerlo y hoy no me he citado con nadie. ¿Le ha dicho que desea?
-Dice que tiene que hablar con usted de un tema de negocios y me ha reiterado varias veces que es importante.
-Pues hágalo pasar.
Víctor, obedeciendo al marqués, volvió al hall donde se encontraba Julián; Un joven espeleólogo de estatura media, cara ancha, frente amplia, ojos ausentes, nariz aguileña, boca fina y porte atlético. Vestía con una camiseta de un blanco impoluto que hacia un perfecto contraste con su gabán negro de terciopelo. En su mano izquierda portaba un bastón de marfil y en la otra un maletín, al parecer, de cuero. Sin duda era un tipo importante, o eso le pareció al mayordomo que sin más dilación le tomo sus pertenencias y le comunico que el marques le recibiría en su despacho.
-Señor. Don Julián…
-Gracias Víctor. Déjenos solos, y si es tan amable tráigale un whisky al invitado - Interrumpió antes de que el viejo mayordomo hubiera concluido.
-No, no. Muchas gracias, tengo un poco de prisa, quizás en otra ocasión. Gracias de nuevo - Objetó Julián antes de que Víctor saliera de la instancia.
El Marques se levantó para recibirlo e invitarle a que tomara asiento. El joven espeleólogo se presentó de inmediato y le dio un apretón de manos como gesto de cortesía y de buena educación.
-Y bien, ¿Qué le trae por aquí?
-Pues bien, pertenezco a una familia de espeleólogos y en los archivos familiares he encontrado un documento que, resumiéndolo mucho, afirma que debajo de este pueblo hay una galera romana con diversos materiales de diferente valor económico, además de un supuesto tesoro escondido por el emperador Claudio en su huida contra árabes y bereberes...
No hay comentarios:
Publicar un comentario