lunes, 8 de agosto de 2011

Una noche de verano


Una noche de verano mirando las estrellas en aquel apacible lugar, tumbado sobre aquel rocoso suelo, lleno de piedrecitas clavándose en mi espalda, comprendí el escaso valor que le damos a la vida.
Mirándolas recordé momentos pasados y descubrí la infinidad de cosas que perdemos. Ellas que están tan lejos de este mundo, al menos sobreviven con su pequeño brillo; nosotros que estamos aquí, tan llenos de momentos, nos sentimos morir cuando algo se termina. Pensamos que estar solos es el fin de nuestra vida y no comprendemos que la soledad nos ayuda a encontrar respuestas; esas respuestas que tanto ansiamos. 

Observándolas fijamente puede ver que la felicidad puede llegar en cualquier momento y aprendí que el amor tiene un millón de vueltas.
Cuando creí que nada más pasaría, entonces la vi; una de ellas se desvaneció frente a mí y comprendí que el pasado no iba volver, pero pedí que mi futuro volviera a estar junto a ti.

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